Talca hoy cumple 280 años de vida desde que el gobernador de aquel entonces, José Manso de Velasco, fundara bajo el nombre de Villa San Agustín de Talca a esta ciudad que nos cobija a todos y todas.  

Pareciera ser un signo de su impronta el hecho que, tan solo dos años después de su fundación, cuando se informaba a las autoridades mayores del reino sobre el avance de la distribución de tierras y obras realizadas, se dejaba en claro el creciente interés de familias por avecindarse en estos suelos.

Y esa ha sido la tónica. En su momento, el desarrollo industrial hizo que la ciudad creciera. Aparecieron los conjuntos habitacionales para los trabajadores de las empresas que vivían su esplendor en Talca, que se convertía así en la principal urbe y que atraía a numerosas personas a establecerse aquí.

Si hacemos el parangón con lo que vivimos en la actualidad, Talca sigue siendo un polo de atracción  de hombres y mujeres en su afán de conseguir oportunidades para una mejor calidad de vida. Ya en estos tiempos, no solo se trata de quienes migraban del campo a la ciudad o de asentamientos cercanos, sino que hablamos de personas que provienen de más allá de nuestras fronteras de país.

Ante este escenario planteado, siento que debemos buscar las razones que han hecho que a lo largo de su historia, Talca sea vista como un buen lugar para vivir. Creo que la respuesta está en que a través del paso de los años los habitantes confluyeron hacia sueños comunes que no solo permitieran el bienestar personal de cada uno de ellos, sino que también el crecimiento de la ciudad.

A veces miramos con nostalgia lo que Talca tuvo y que quizás ya no volverá a tener. Pero, más allá de eso, debemos entender que una ciudad es un cuerpo en constante movimiento y crecimiento, que se adecua a los intereses y necesidades de sus propios habitantes. Y es ahí donde, hoy, desde la gestión municipal que encabezo, estamos haciendo los esfuerzos para que esos intereses y necesidades los podamos encausar en iniciativas que tengan un beneficio colectivo. Es decir, estamos construyendo ciudad, agradeciendo lo que nuestros antecesores han hecho, pero entendiendo que hoy la ciudadanía tiene nuevas demandas que debemos escuchar.

Más participación ciudadana, una mejor protección social, posibilidades de impulso económico y una alta preocupación por el medio ambiente. Estos son, a grandes rasgos, los ejes en los cuales estamos proyectando la ciudad, escuchando a nuestros habitantes, dialogando cara a cara, para trabajar mancomunadamente por el sueño común que hoy tenemos, ese que habla de hacer de Talca una ciudad amigable con sus vecinos y vecinas, donde prime el buen trato y el respeto entre todos quienes la habitamos. Es definitiva, hacer de Talca una mejor ciudad para vivir.